
Los principales síntomas de esta enfermedad son tos con flema (a veces con sangre) por más de 15 días, fiebre, sudoración nocturna, mareos momentáneos, escalofríos y pérdida de peso.
La forma de contagio de la tuberculosis es mediante la transmisión de gotas de saliva (flügges o droplets) de una persona infectada a otra sana, pero no existe gran posibilidad de contagio en un único contacto. Es debido a esto que el desarrollo de la infección, en la mayoría de los casos, es de tipo pulmonar (75%). Al entrar las partículas al aparato respiratorio, la persona se encontrará infectada, o sea con Tuberculosis Pasiva, y dependerá de la calidad de su sistema inmunológico si desarrolla la enfermedad activa, que en la mitad de los casos lleva a la muerte si no es tratada. Es debido a aqeullo que las personas VIH positiva son más propensas a desarrolar una tuberculosis activa.
También puede darse el caso (25%) que la tuberculosis emigre desde los pulmones al torrente sanguíneo y luego a otros órganos, y que la enfermedad se vuelva sistémica. Esta situación, aunque menos común, tiene mayor riesgo vital al atacar órganos como los riñones, el cerebro y el hígado.